lunes, 1 de diciembre de 2008

Pessoa, Luz y yo ///

No puedo desprenderme de mi mundo de asociaciones, cuando Luz me propuso leer a Pessoa, no he hecho otra cosa que imaginar una larga fila de barcos conquistadores, con sus proas cubiertas de figuras contorneadas.

Repasé en mi memoria las palabras de aquel profesor de historia brasileña de facultad, que nos hablaba del destacado arte portuario de Portugal, del Rey Sebastian y de la ingenuidad de su pueblo que aun esperaba su regreso.

Esas imágenes estaban impregnadas en mi, sin que yo lo supiera, en el fondo de mi inconsciente había una muchacha anclada en el bello puerto de Lisboa, con la mirada perdida en lejanos horizontes.

Puedo asegurar que desde Brasil Portugal se ve grande, seguro, importante, pero desde aquí Portugal parece ser mudo (o muy discreto) quién sabe cuántas cosas tendrá para decir este país con sus poetas?



Como é por dentro outra pessoa


Como é por dentro outra pessoa
Quem é que o saberá sonhar?
A alma de outrem é outro universo
Como que não há comunicação possível,
Com que não há verdadeiro entendimento.
Nada sabemos da alma
Senão da nossa;
As dos outros são olhares,
São gestos, são palavras,
Com a suposição de qualquer semelhança
No fundo.

Fernando Pessoa (1934)



Como es por dentro otra persona? (grita Pessoa desde algún rincón)

Desde hace algunos días miro la gente pasar (con sus abrigos y sus bolsos) con el sentimiento de familiaridad con la que un niño mira a su madre cocinar un plato de comida y en ese acto kamikaze de desmitificar lo ajeno me encuentro en una calle sin salida.

Enmudezco sorprendida cuando leo esta poésia, sin saber si mis ojos son rojos o amarillos intentando buscar en las arrugas de los otros los misterios de la vida, como se busca una dirección desconocida bajo la sombra de los arboles una tarde calurosa.

Esta noche encontré en una esquina repetida a un senior desconocido, que vendía verdades a los pobres y escondía sus ofertas a los ricos (que pasaban escondidos detrás de sus joyas) jugando con la ambigüedad de las diferencias.

Allí había una mujer de sonrisa triste que arrastraba algunas mentiras tras las flores que dedicaba a sus muertos y en el perfume de los claveles habían algunas melodías fragmentadas que los gorriones intentaban repetir en un silbido humano.

Finalmente llego a un paisaje que jamás atravesé y allí leo en un cartel el nombre de la calle en donde vivo, en esos segundos tembló todo mi ser sembrando nuevas preguntas, cosechando dudas.

En una de los jardines veo un cerco violentamente blanco y a lo lejos un perro que salta monótonamente bajo un higo maduro, mis ojos se posaron en los suyos y allí recordé mi rostro.

A mi lado pasa un senior de sombrero oscuro que me pregunta en voz baja, en que día vivíamos? no se decirle con exactitud, pero de todos modos respondo: hoy es miércoles! (con la seguridad envidiable de un buen negociante) mordiendo incertidumbres en mis adentros.

El alma de otro es otro universo leí en uno de los papeles que llevaba sobre mi, la calle estaba serena y en el paisaje se divisaba una ruta de estrellas que se habían desparramado la noche anterior sobre el piso fértil de estrofas.

Nada sabemos del alma? me pregunté sosteniendo mis dudas frente a un cuadro de Magritte mientras echaba humo de forma despareja sentada en un banco diminuto de madera.

Cuando escuché por primera vez aquel disco de poesías extranjeras tuve la certeza que el idioma era algo absurdo y sentí que los puentes estaban trazados pese a la existencia de los traductores, los otros y nosotros bailamos la misma melodía bajo una única luna.

Cuantos misterios a develar y que corto es el tiempo! exclamó un relojero que llegaba tarde a una cita mientras lustraba los pies de una estatua opaca situada en el centro de la plaza.

Es una noche eterna (quizás la mas larga de todo el año), es una noche como otra, con las profundidades sórdidas del mundo.

Cathy Burghi.



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