miércoles, 15 de octubre de 2008

Sincronia






Sincronía

Montevideo, 14/10/2008

10.45- Es un día gris en Montevideo, cae una llovizna fina y fría del cielo, salí desprevenida y me tuve que comprar un paraguas. Estoy caminando por 18 de Julio a la altura de Andes haciendo que hablo por teléfono, pero en realidad estoy grabando mi voz que dice lo que siento y pienso. Camino. Observo. Pasa un perro adelante mío, el agua finita parece acariciarlo, la gente parece no verlo, no saben qué hacer, se abren y se cierran los paraguas, yo lo tengo abierto para que no se me moje el celular. Ya estoy a punto de llegar a la Plaza Independencia, esa plaza fascista, el caballo con Artigas arriba parece salirse de ese podio donde lo metieron, se me viene encima cabalgando desde el cielo, queriendo escaparse, pero permanece inmóvil lleno de movimiento; abajo sus restos, serán los de Artigas, qué importa, siempre la historia necesita héroes para justificar derrotas y símbolos patrios para forjar la supuesta nacionalidad oriental. Ya estoy en la Plaza Independencia y siento calor, vengo caminando desde Ejido, mi intención es llegar a las once en punto a La Plaza Matriz y escuchar las campanadas de la Iglesia. Hay turistas sacándose fotos adelante del monumento. No sé que hacer, cerrar o dejar el paraguas abierto, esta lluvia finita que me incomoda y no me permite pensar con claridad; el piso está empapado y tengo toda esta plaza inmensa a mis pies, pero la lluvia es tan molesta, tengo que cuidarme de no resbalarme, mientras tanto miro a los costados unas florcitas de colores que crecen en los canteros de esta Primavera. La puerta de la Ciudadela- la están refaccionando- el semáforo está en verde, cruzo con el paraguas cerrado, las cebras, un auto se detiene y me deja paso. Ahora sí, ya estoy en la Peatonal Sarandí. Paso enfrente a la Galería Latina y me detengo a mirar un cuadro de Daniel Amaral, unos pájaros gorditos metidos en una especie de cajón de madera con reparticiones mirándose entre sí los unos a los otros, se observan, los observo y no me ven. Sigo caminando. La joyería Biarritz, los destellos de las alhajas a través del vidrio. Unos niños escolares salieron a pasear por la Ciudad Vieja con un maestro gordo que más que maestro parece un inspector municipal de tránsito. Les gruñe.

En un día como hoy lo viejo parece más viejo, esta humedad que se mete por todos lados, se filtra por las paredes, todo es plomizo, agónico y amargo; mi cuerpo está empapado de caminar.

Llegué a mi destino. La Plaza Matriz.

Llamo a Cathy a París y le cuento cómo está el tiempo por acá. Me propone dejar la experiencia para otro día y me dice que ella ya está llegando al lugar que eligió. Cathy tiene una voz muy alegre, llena de colores vivos, el tono de su voz, al igual que sus sonidos escritos, contundente, claro y cálido. Es la primera vez que hablé con ella.

No dudó en aceptar la propuesta cuando se lo propuse la semana pasada vía e.mail.


Mi querida Cathy: Tenía una dinámica para proponerte, quizás te cuelgues. La idea sería estar a la misma hora vos ahí en Paris en algún lugar emblemático y yo acá en Montevideo, en algún lugar emblemático ( no sé, podría ser una plaza), y observar, esperar que pase algo, y escribir sobre las sensaciones, emociones, pensamientos, lo que está pasando adentro y fuera de nosotras en ese mismo momento. Si te gusta la idea, la pulimos, sino me decís: " Andrea estás loca, es un embole, una porquería, etc, etc, etc", sé que sos una mujer directa y sincera, como debe de ser, dije. Te mando un beso grande y espero tu respuesta ( favorable), jaja. Luz Andrea.




Hola Luz: Tu idea me parece buenísima! sabes que hemos hablado de hacer algo asi con mis amigas, pero a nivel visual, inclusive hay una artista (que ahora no recuerdo el nombre) que hace algunos anos hizo una propuesta con otra artista que estaba en otro país y montaron en un parque a la misma hora un pic nic monocromático y entonces hicieron el registro, etc. Después de eso, me quedé con las ganitas de sincronizar algo algún día y esta ocasión me parece buenísimo! Decime que dia y a que hora te queda bien y nos sincronizamos, inclusive puedo registrar alguna imagen con mi cámara o con mi cel al entorno...como para hacer una especie de laburo multidisciplinario, propongo martes a las tres de la tarde (11 de Uruguay), yo al costado del Sena cerca de la Notre Dame, te copa? Asi que si estas dispuesta y te gusta la idea podemos inaugurar el blog la semana que viene con nuestro laburo conjunto, que es original y estaría teniendo imágenes además, seria una cosa valiosa e interesante. Espero te copes con mi idea, ojala! ya que yo me cope mucho con la tuya, je je je

Muchos besos,

Cathy.

11.00- Me siento en un banco mirando fijamente hacia la Iglesia Matriz y espero que sean las once para poder grabar con mi celular las magníficas campanadas. Se acerca una multitud de liceales de distintos colegios. Parece que hoy hay visita guiada en la Iglesia. Ya son las once y cinco pero no hubo campanadas, me pregunto si ya no funciona el campanario de la Catedral o quizás haya sido justo hoy, hoy que lo estaba esperando. Por qué será que cuando uno espera que algo suceda, ese algo no sucede, por qué será que siempre esté esperando que suceda algo.

Me quedé sin las campanadas. La Plaza está tranquila, por momentos poco concurrida y por otros llena de liceales. No sé si hoy 14 de octubre se conmemorará algo, la gente pasa con paraguas, otros sin paraguas, la lluvia finita sigue cayendo.

Una sensación de tranquilidad recorre mi cuerpo, y me hace sentir muy relajada debajo de los árboles llenos de hojas verdes en esta Primavera, si no estuviera así – lloviznando- estaría el aire lleno de esa pelusa que nos provoca tanta alergia a los montevideanos.

Ahora viene un paseador de perros con seis, siete perros, hay policías merodeando por la Plaza, sin novedades, la gente tranquila, cabizbaja, siguen llegando grupos de liceales a la Iglesia, qué se celebrará hoy me pregunto, miro miro y miro y todo está igual, pasan muchos zapatos pero ninguno conocido.

Me sorprende la cantidad de gente que sigue entrando a la Iglesia Matriz, sinceramente no sabía que éramos tan católicos.

Sigo sentada en un banco de esta Plaza que da a la calle Ituzaingo, una pareja pasa abrazada, una pareja mayor, ella lleva un bolso rojo; dos amigas conversan fumando en otro banco, la gente no parece estar en tren de trabajar, la bandera uruguaya flamea en la Iglesia, no tengo los ojos del poeta para poder ver otras cosas y quisiera.

Me imagino que en Paris será distinto, la gente será distinta, Cathy estará más motivada para escribir, y aquí sigue lloviendo.

Me decido. Muevo mis pies hacia la Iglesia, camino. Cruzo Ituzaingo, la escalinata repleta de adolescentes y entre ellos tres señoras pidiendo, a una le prometo que cuando salga le daré una monedas.

Lo primero que veo al ingresar es la tumba de Mariano Soler, el primer Arzobispo de Montevideo y muchos adolescentes adentro sacando fotos con sus teléfonos. Me pierdo entre la multitud, me siento parte de ellos, al pasar le pregunto a una chica qué están haciendo allí, si se celebra algo, pero me miró como no entendiendo lo que le estaba diciendo y me hizo sentir que yo ya no era una adolescente, no era uno de ellos. Seguí caminando entre santos esquivando liceales insolentes, y salí. De la cartera saqué unas monedas y se las dí a una de las Señoras que estaban pidiendo. No recuerdo que me haya agradecido, y volví nuevamente a la Plaza.

Me siento en otro banco enfrente a la Fuente de Angelitos, tomo unas fotos. La fuente está en el centro de la Plaza Matriz, todos los caminos conducen a ella. El silencio se recorta con el canto de unos pájaros, cierro los ojos, vuelo con ellos, y cuando los abro descubro un cielo encima mío que se cuela por las hojas verdes de los plátanos. Es un cielo gris. Tomo otra foto.

La tranquilidad transitoria es interrumpida otra vez por grupos sucesivos de liceales que se dirigen a la fuente. Parece que el recorrido es Iglesia- fuente, y quién sabe a dónde se irán después. Pareciera que todos los liceos de Montevideo hubieran coincidido en este aquí y en este ahora, quizás vinieron a buscar lo mismo que yo, quizás ellos lo pudieron encontrar. Tomo otra foto.


La prueba, el documento, embalsamar el tiempo, encapsularlo en un momento, en un hoy instantáneo, en un siempre que ya está muy lejos.

11.45- Tengo la sensación de que no pasó nada, me siento un tanto frustrada. Aún sentada en el banco verde oscuro de la plaza, busco, sigo esperando que aparezca algo, una señal, algo. Mis ojos ven un papelito arrugado entre la madera del banco, me emociona encontrarlo. Resulta ser un ticket de Mc Donalds, dos personas bebieron Coca-cola sentados en este mismísimo banco hace un rato. No recuerdo haberlos visto y eso que a las once ya estaba en la Plaza, claro a esa hora estaba pendiente de las campanadas mirando atentamente la Iglesia y los liceales que iban y venían, imposible que me hubiera dado cuenta. Casi culpable de mi omisión, dejé el papelito en el mismo lugar que lo encontré, quiénes habrán sido, de qué habrán hablado, sentí una inmensa curiosidad. Me paré. Camino rodeando la fuente cabizbaja, decido finalmente abandonar la plaza. Continúa la llovizna fina y fría. No abro el paraguas. Detrás de otro banco verde oscuro- el último de la plaza- cuatro palomas y un gorrión picoteando migas de pan, no comprenden qué es la lluvia, la ignoran, también se ignoran entre ellos y me ignoran a mí que por unos minutos los observo. Les tomo fotos, el gorrión voló, pero las palomas ni se inmutan.

Me siento identificada con su exhibicionismo existencial, y orgullosa de que existan seres de mi especie que las alimenten. Recuerdo a Ramona, una vecina, que se levantaba todos los días a las cinco de la mañana para darle de comer a las palomas de la Plaza. Murió hace muchos años y me alegro que existan otras Ramonas. Dejo que las palomas sigan haciendo de las suyas. De pronto me siento observada. Un perro Siberiano echado me mira. Me acerco, le digo que no puede ser tan divino y le tomo una foto. Se queda inmóvil custodiando la Plaza Matriz, me voy, ya no me mira, dejé de ser parte de ese todo.

Abro el paraguas, me alejo y vuelvo tras mis pasos: la Peatonal Sarandí, la puerta de la Ciudadela, la Plaza Independencia. La Ciudad Vieja, más vieja que siempre, se trasluce detrás de una llovizna fina y fría, que hoy la viste.


Andrea Lasarte "Luz"


















2 comentarios:

La Marce dijo...

Las plazas!!
En ellas aprendemos a andar en bicicleta, o jugamos a la pelota en las mañanas, en la nochecita nos escondemos en la complicidad de una palmera para jugar a los besos y los novios, descansamos al sol de la tarde mientras oteamos distraidos nuestros brotes, y alimentamos palomas en los atardeceres ...

Llenas de fuentes con deseos, de bancos con pasion, de proceres y globos, de hijos y de abuelos ....

Las plazas .... las plazas son como nuestro corazon!

Que lindo tema chicas!! Precioso trabajo !! les mando un beso y un albricias! por la idea !!


Marcia.

Bilu dijo...

¡Qué hermosos y sensibles corazones se juntaron a la distancia!
El tiempo y el espacio son uno, sólo los modifican personitas de alma sencilla, sensible y creativa. Como ustedes...
¡Me encantó el trabajo!
Las felicito de corazon
Besos
Adri